¿Que le parece si compartimos Wi-Fi?

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Imaginemos la siguiente situación: Estamos en plena edad de emancipación personal (en los 20’s) y desde hace unos días alquilamos un departamento para, por primera vez, irnos a vivir solos. El tema es que casi al nivel de la electricidad y gas la necesidad de «tener internet» hoy para muchos es mayor que disponer de TV por cable.

Pero el problema es que con el aumento del valor de la vida hoy en día los primeros meses luego de alquilar siempre suponen un trauma bastante severo al bolsillo. Veamos, el primer mes, el deposito y los honorarios de la inmobiliaria y la compra de «todo aquello de primera necesidad» hacen que la acción de pedir internet al proveedor se vuelva una cuestión que puede dejarse para el futuro, aún para el más enfermizo de los geeks (Siempre entendiendo que siguen bajando cosas en su cliente P2P favorito en su ex-casa ahora casa de sus padres).

Pero esto no termina así de simple con un geek frustrado y sin internet en su nuevo hogar. La realidad es que éste adicto a internet sin un peso en el bolsillo pero con casa nueva hará lo posible para conectarse, sea como sea. Una de las primeras pruebas será llevar su notebook y ponerse a escanear redes, o comprarle una antena Wi-Fi a su PC de escritorio y pasearla por la casa en busca de la «tal preciada red abierta».

Encontrar una red abierta hoy en día no es tan fácil como hace unos años, si bien existen excepciones la gente se cansa del abuso de aquellos potenciales «ladrones de señal». A estas alturas vemos al geek con nuevo departamento caminando con un analizador de señal (o la notebook caminando por los pasillos del edificio) intentando hablar con los vecinos que tienen su router Wi Fi con contraseña, «dicen» que esto es bastante normal en el mundo y para ellos va un consejito: Negar el abuso.

La gente suele poner (o pedirle que le pongan) contraseña a sus routers Wi Fi por el miedo a que alguien se le cuelgue con un programa de descarga P2P favorito y vuelva inusable la conexión culpa del mal manejo de las conexiones de su routercito. Por esto mismo lo mejor es tocar la puerta y usar un discurso con las siguientes frases:

  • No estoy en casi todo el día en casa. Solo de noche.
  • ¡Que lindos muebles! ¿Donde los compró? (ideal para ablandar al vecino).
  • Solo uso internet para leer correos y el diario.
  • Nunca descargué música de internet.
  • En lugar de sacarle la contraseña, puede dármela y dividimos el gasto en dos, con esto evitamos que un tercero se conecte sin permiso.
  • ¡Que lindo perrito! (usar intercalado con el del mueble)
  • Y si… con lo que se ahorra puede comprarse un Bacardi añejo por mes si se pone a pensar… (en caso de que desde la puerta se divisen botellas en una alacena, esto se puede modificar de acuerdo a los gustos del propietario).

Hablando en serio, creo que, dejando de lado los contratos de los servicios que a veces prohíben compartir algo, ir a preguntar de una forma amable a los nuevos vecinos si les parece compartir internet es una buena idea, siempre y cuando respetemos el hecho por el cual muchos le pusieron contraseña: No abusarse del ancho de banda.

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