Progresemos como profesionales convirtiéndonos en pobres

No te asustes, no te voy a pedir que vendas tus cosas. Ni que regales todas tus posesiones, sin embargo, esto va a requerir de un gran esfuerzo. Continúa.

Tengo una costumbre, y es la de almorzar al lado de mi computadora. Con el tiempo me hice del hábito de comer mientras miro un capitulo de uno de mis animes preferidos, lamentablemente -o no- llegue a ponerme al día con las emisiones de mi anime, por lo que estos 40 minutos estaban casi destinados a ser totalmente improductivos.

Entonces me propuse utilizar estos 40 minutos con algo más productivo, la condición era sencilla, debía encontrar algo que me sirva a nivel intelectual, que no requiera de mi acción (odio tocar el teclado o ratón cuando tengo las manos sucias) y que obviamente me entretenga durante este pequeño recreo proteico.

Se me ocurrió algo sencillo, ver vídeos o entrevistas a personas que sientan pasión por su trabajo, las mismas no debían estar relacionadas con el mundo de la programación. Esto último se debe a que tengo la creencia de que cuando consumimos información que no esta vinculada a nuestra área de trabajo logramos automáticamente ampliar nuestros horizontes.

Un gran ejemplo de inspiración (desde áreas no relacionados a nuestro trabajo) nos lo regala uno de los mobiliarios más impresionantes y deseados en cualquier oficina, las Freedom Chair. El diseño de las mismas es una creación de Niels Diffrien, probablemente una de las pocas leyendas vivientes del diseño industrial. Niels obtuvo su inspiración de la industria aeronáutica, su gran pasión por los aviones lo llevo a volcar todos sus conocimientos en lo que hoy conocemos como una de las mejores sillas ergonométricas del mundo.

silla trabajo de niels

Expuestas las razones de mis condiciones no hace falta decir que comencé a consumir información bajo estas simples reglas.

Entre todas las entrevistas y charlas de personas apasionadas por su trabajo que pude disfrutar me sorprendió encontrar un punto en común en muchas de ellas. La pobreza.

La pobreza no solo se traduce en personas que tienen dificultades para suplir sus necesidades básicas, también puede interpretarse de otras formas, por ejemplo la pobreza como falta de desarrollo humano. Amartya Sen, premio Nobel de economía entiende como pobreza la falta de capacidad de producir o de realizar su potencial productivo de una persona.

Esto se puede aplicar al trabajo de todos nosotros, no solo en determinadas áreas, sino más bien en todas. Cuando hablo de volvernos pobres me refiero a exprimir al máximo nuestras capacidades actuales, para luego, volver a intentarlo pero no sin antes incorporar nuevos conocimientos, esto en cierta medida se podría transformar en un nuevo resultado, probablemente mejor.

Un excelente ejemplo de esto lo encontré en una entrevista a uno de mis ídolos, Hayao Miyazaki.

hayao miyazaki filosofia

Entrevista a Hayao Miyazaki

Cada vez que termino un filme y la gente lo ve, yo me vuelvo pobre. Por lo tanto, como hace relativamente poco que se ha estrenado Ponyo, estoy atravesando por una situación de pobreza. No tengo nada en mi interior. Por eso no me va a quedar otro remedio que sacar mi red y ver que otra idea puedo capturar para poder contar otra historia.

Hayao, en su infinita sabiduría, nos resume su filosofía de trabajo en apenas unos renglones, él en cada una de sus películas hace un máximo esfuerzo, luego de cada una de ellas se siente vació. Pero lo que no dice en esa entrevista y sabemos todos sus seguidores es que cada película que realiza se vuelve un nuevo éxito.

Curiosamente, todas las personas creativas sufren este inconveniente de algún modo. Una charla de TED que me gustó mucho y que recomiendo ampliamente, es la que realizó la escritora Elizabeth Gilbert, autora del best seller “Come, Reza, Ama”.

En esta charla Gilbert cuenta como las personas le preguntan si no tiene miedo de nunca más escribir un libro de éxito, la autora responde con un implacable si, sin embargo y como toda persona que ama su trabajo, decide continuar escribiendo y para lograrlo, sin caer presa del miedo, propone un método que es aplicable a cualquier área y es el siguiente:

…Y lo que tengo que seguir diciéndome cuando realmente me pongo nerviosa es, no tengas miedo. No te abrumes. Solo haz tu trabajo. Continúa presentándote para hacer tu parte, sea cual sea. Si tu trabajo es bailar, haz tu baile. Si el divino, absurdo genio asignado a tu caso decide dejar que se vislumbre algún tipo de maravilla, aunque sea por un momento a través de tus esfuerzos, entonces «¡Olé!» Y si no, haz tu baile de todas formas. Y «¡Olé!» para ti, de todas formas. 

En definitiva tanto Hayao Miyazaki y Elizabeth Gilbert, creadores de grandes éxitos sufren del mismo «mal» al terminar un trabajo y es el de sentirse pobres. Pobres desde el punto de vista que, en ese mismo instante que culminan su trabajo ya no tienen más que dar, no en ese momento, ya dieron lo mejor que tenían para terminar sus obras. Y esa es una gran enseñanza.

En su sencillez ambos nos dicen: hagamos nuestro trabajo lo mejor que podamos, para mañana volver a comenzar, por medio del arduo trabajo sigamos progresando. Y esto último lo podemos aplicar en cualquier trabajo que estemos envueltos. No se trata de buscar la perfección, sino de buscar dar lo mejor de nosotros hasta sentirnos pobres, no habrá reproches, y probablemente, mañana tengamos algo nuevo para seguir creciendo.

Categorizado en: