Esa costumbre de generar necesidades

Para aquellos que se encerraron en una burbuja o se criogenizaron durante una semana, les comento que el 27 de Enero se produjo el lanzamiento del ya conocido por todos iPad, la primera Tablet PC de Apple que básicamente se trata de un iPod Touch pero de 9,7 pulgadas y una definición de 1024 x 768 píxeles. Nada mal para aquellos a los cuales no les molesta desembolsar casi 500 dólares por un dispositivo que va a reemplazar la siguiente lista de productos con el fin de cubrir la siguiente lista de necesidades: ninguna.

Más allá de lo tecnológico que sea un produjo, de lo fanático que seamos frente a una marca, o de aquella costumbre de querer tener todo aquellos que es lanzado mediante una presentación plagada de misterios días antes de que se produzca, creo sensato el considerar dos aspectos importantes antes de comprar un producto por más que el dinero no sea un problema: productos a reemplazar y necesidades a cubrir.

Lo normal en una compra es que adquiramos un producto o servicio con el fin de reemplazar uno que ya poseamos y no se desempeñe de igual manera al que estamos adquiriendo (por ejemplo un teléfono celular por otro, una computadora portátil por otro modelo más nuevo, o una biblioteca por un lector digital de libros, o una colección de películas en DVD por una subscripción a iTunes). Además, esta nueva adquisición se supone tiene que cubrir necesidades que no estén cubiertas por otros dispositivos, o hacerlo de forma más eficiente que otros productos existentes.

Volviendo al iPad, la única necesidad, en torno a este producto, que leí en las redes sociales (ya sea en cambios de Estado en Facebook o actualizaciones en Twitter), es las ganas de los consumidores de acostarse como lo hace Jonathan Ive (vicepresidente de diseño industrial en Apple) en el vídeo promocional del nuevo juguetito de la manzanita, puesto que ninguna persona le atribuyo la facultad de cubrir verdaderas necesidades, sino que parece ser que, como siempre, generamos nuevas necesidades (quizás ridículas) frente a nuevos productos, en vez de reducir aquellas necesidades que ya poseíamos antes de un lanzamiento.

De igual forma, mi propuesta de abrir los ojos y dejar de comprar todo lo que sale antes de pensar para que lo vamos a hacer o en que nos puede servir, se viene abajo cuando el dinero no es un problema, o cuando el fanatismo y el poder adquisitivo están a la orden del día. Saludos.