Cosas que no deberíamos tolerar como diseñadores

A lo largo de mis casi 9 años trabajando en diseño, y habiendo estado en contacto con una buena variedad de clientes, no pude sino hacerme eco de este artículo de SixRevisions que contempla los peligros que corremos aquellos que somos contratados para llevar adelante proyectos web, al no poder elegir a nuestros clientes.

Esto es más que nada una forma de tener en cuenta y despertarnos ante los posibles riesgos que pueden llegar a devenir en dolores de cabeza. Diferentes cuestiones que de no reconocerlas de antemano, posiblemente impliquen desventajas profesionales, aunque parezcan en un primer momento un poco frívolas. Con esto me refiero, a que descartar un trabajo por que no nos gusta el logo de la empresa, puede parecer una mala idea si estamos empezando o necesitamos el dinero para llegar a fin de mes. Pero a la larga, resultará poco beneficioso y sobre todo no podremos sacarnos el karma del mal logo y ni siquiera lo podremos mostrar.

Vista parcial de teclado y mousepad de Macbook Pro

Aquí hay algunas cuestiones que debemos tener en cuenta, son cosas que pasan cotidianamente entre aquellos que nos dedicamos a esto de forma constante y, créanme, me hubiese gustado saberlo hace mucho tiempo.

Diseño centrado en el cliente

Aunque el cliente sea el que paga, debe entender que un diseño web debe satisfacer la necesidad del usuario y de aquel que hará uso del sitio. Hay muchos que piensan que su marca es la importante y que en realidad ella debe ser la protagonista, pero en realidad no servirá de nada un diseño que destaque completamente la marca que ni siquiera brinde a los usuarios información sobre la calidad y variedad de los productos.

Por lo general, esta actitud por parte del cliente marcará cuestiones como: no me gusta el azul, por favor usa amarillo y cosas por el estilo que tirarán por tierra lo que habremos armado y sobre todo, nos generará frustración.

Clientes avaros

Aquellos que piden descuento por nuestros servicios pueden hacerlo por necesidad, pero lo más probable es que solo lo hagan por la satisfacción del mero hecho de regatear. Pero debemos tener en cuenta que son horas de trabajo las que ustedes estarán sacrificando. Además, por lo general, y quizás lo estemos estigmatizando, este mismo tipo de cliente es aquel que se las ingeniará para pedirnos más trabajo que el acordado en un primer momento. Si no están dispuestos a negociar un ajuste en la cantidad de trabajo, entonces sería recomendable escapar de este tipo de individuo.

Un logo horrible

Debo confesar que cuando vi este punto, me sentí sumamente identificada, he tenido muchísimos problemas al intentar hacer encajar un logo desastroso y que el cliente ama con todas sus fuerzas, en un diseño armónico y que a fin de cuentas se pueda mostrar en un portfolio. El logo es quizás la parte más importante y relevante en todo el diseño web, implica que aquel que los visite fijará en su retina esa cosa deforme y sin sentido antes que cualquier esfuerzo que hayamos puesto en el entorno.

Si el cliente no escucha razones y el logo no puede sacarse o modificarse, entonces debemos despedirnos del cliente.

Nombres malos

Es una cuestión un poco más leve que la del logo, pero entiendo que si tenemos un nombre como: «Amigos del tomate seco en compota del mes de septiembre», no habrá forma de incluirlo en ningún diseño que se precie de ser bueno. Podemos utilizar siglas, podemos proponer opciones más cortas, pero si esto debe ser aplicado tal cual se encuentra, nos resultará un problema a futuro, ya que tales extensiones son muy difíciles de colocar en cualquier lado, y sobre todo lograr que sea un diseño armónico y que se fije en la mente del visitante.

La longitud no es el único problema con los nombres, el hecho de contener consonantes todas juntas, algo que sea difícil de decir, también puede traer problemas.

Empresas sin estrategia de negocios

Podríamos pensar, bueno bien, no importa si se funde, lo importante es que nos paguen. Esto no es así, obviamente si tomamos nuestra carrera con seriedad. Resulta muy dificultoso diseñar para un cliente que no tiene idea qué quiere lograr con su página de inicio, ni qué mensaje brindar a través del sitio web. Podremos asesorarlo aunque no sea parte de nuestro trabajo, pero lo ideal es que cada cual sepa cual es la meta. En el caso del cliente el mensaje, en el nuestro la forma de lograr transmitirlo.

Además, a fin de cuentas, si la empresa no da resultado en un tiempo, no podremos mostrar nuestro trabajo en un portfolio.

Información inexistente o con errores

Vamos a ser sinceros, muy pocos visitantes prestan atención a la forma en que el diseñador utiliza los colores, las formas y la tipografía. Quienes visitan un sitio, en especial si es de una empresa, lo hacen para absorver información. Ya sea sobre productos o servicios es necesario cumplir con informar al usuario, por lo que siempre es necesario solicitar textos que describan secciones y sobre todo, que estén bien escritos. Igualmente, aunque no sea nuestro trabajo, la obligación ética es que el mensaje se reciba como corresponde, por lo que deberemos someter a correcciones en el caso de encontrar fallas.

En los casos en los que solo nos dan una imagen y dos palabras trabajar, no podemos inventar contenido para agregar. Es mejor siempre escapar de estos clientes también.

Conclusión personal

Si bien podríamos pensar que ante la necesidad de trabajo y de generar una clientela lo mejor es aceptar cualquier cosa, la realidad es que no. Aunque estoy segura que solo la experiencia los hará darse cuenta que hay clientes que tienen que irse. Quienes se inician hoy en día, cuentan con la ventaja que el cliente ya está convencido que un sitio web puede traerle beneficios, hace unos años era una tarea ardua el hecho de explicar que convenía tener una página que hablara de la empresa e informara a quienes lo visitaban para poder contactarlo por este medio y concretar ventas.

Son buenos tiempos y, recuerden, es conveniente discriminar, a la larga utilizarán su tiempo de mejor manera y eso siempre trae beneficios tanto monetarios como mentales.

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